...esta
madrugada, me resisto a sucumbir al hechizo de una voz o al embrujo
de unos latidos recién estrenados a media noche, espantando
-un poco- las ganas de volar, -un poco- la ansiedad que esta terca
querencia me provoca...
...echo hacía atrás
la cabeza y saboreo sin prisas una refrescante y jugosa tajada
de sandia, observando como los larguísimos y plateados
reflejos de la luna son seducidos, una y otra vez, sobre esa cadenciosa
mar de inciertos pensamientos de espuma y sal, mientras la chispeante
luz del faro hace guiños a lo lejos desvelando inquieta
la curvada silueta de la punta del muelle... No!, no quiero pensarla....
...tan
sólo dejarme mecer, abandonarme al desafinado chasquido
de las olas crujiendo quedamente contra las rocas del otro lado
del muro que ahora imagino estar viendo desde mi ventana de Corme...
... desde mi ventana de Corme
¡qué inmensa la oscuridad, salpicada de diminutas
motitas de colores brillantes, gimiendo agazapada tras el otro
lado del muro!...
...perdida en el silencio
de cada ida y venia de mis mareas, mis deseos se dilatan al olor
del mar, pero no consigo distinguir el color preciso de sus aguas,
tan sólo unas fugaces lucecitas perladas en medio de un
revoltijo de arrugas blancas...
... y, subiendo lentamente,
por las sensaciones que me envuelven en este atronador cortejo
de silencios, adivino, sin pudor, la suavidad penetrante de esta
cómplice e irreverente noche de verano...