LA SOMBRA DEL LAUREL
El
Laurel es un arbusto al que casi nunca se le permite llegar a ser
árbol. Tal vez el motivo sea que lo valioso son sus ramas
y hojas, y mejor tenerlas a mano bien bajitas. Por eso tratar de
esconderse a la sombra de un laurel es tarea imposible. Algo igual
de imposible debieron intentar los implicados en el escándalo
de las auto-transfusiones, que aunque durante un tiempo consiguieron
esconder la cabeza, al final se les vio la "otra parte"
que no cabía debajo del laurel del triunfo. Pretender hoy
hacer impunemente trampa en competiciones deportivas es una quimera
con la que algunos desalmados consiguen arruinar la vida de aquellos
deportistas mas dotados de músculos que de cerebro. Hace
ya mucho tiempo que en el mundo del deporte no se permiten "ingenios"
médicos o biológicos destinados a falsear los resultados
que cualquier deportista pueda conseguir limpiamente. Es cierto
que hace años, décadas diría yo, lo que no
estaba prohibido en la "lista" estaba permitido. Ahora,
sin embargo, "todo" está prohibido. Cualquier invento,
cualquier ventaja espuria, cualquier ayuda que suponga trampa, acarrea
el descrédito y la mayoría de las veces la descalificación
cuando se descubre. Ya era hora. Basta de listos. El esfuerzo y
la vocación en los jóvenes, el entrenamiento y la
dedicación en los profesionales, y el sacrificio y la fuerza
de la voluntad en la competición, deberían ser los
únicos soportes del triunfo. Los únicos méritos
para ceñir la corona de laurel del ganador. Basta, pues,
de tomar el pelo a los espectadores y aficionados con ídolos
tramposos, con vencedores falsos, que sólo sirven para nutrir
el saco podrido de los vendedores de esclavitud y vergüenza.
EL ÚLTIMO "GIRO"
Este
pasado fin de semana finalizó la última edición
de la carrera transalpina. Desde que para llegar a Italia, Aníbal,
el cartaginés que partió de Sagunto, tuvo que cruzar
los Alpes con guerreros y elefantes, todo lo que pasa allí
se llama trasalpino. Y el Giro, que es como llaman los italianos
a su vuelta ciclista a Italia, tiene motivos especiales para llamarse
así porque sus etapas reina, las que deciden la clasificación
general, serpentean por la parte italiana de los Alpes. Esta es
una carrera dura, que los corredores italianos se toman como la
cima de sus aspiraciones. Sólo los más grandes del
concierto internacional han ganado allí sin ser italianos.
Y sólo nombres míticos que se pueden contar con los
dedos de una mano, han conseguido ganar las tres grandes, Vuelta,
Giro y Tour en el mismo año. Por eso el resultado de este
año nos debe llenar de ilusión a los aficionados españoles.
Quique Gutiérrez, un paisano, ha quedado segundo. Detrás
de Iván Basso, un ciclista llamado a ocupar el trono vacante
del ciclismo mundial, y delante de una pléyade de corredores
italianos entre los que estaba Savoldelli, el ganador del año
pasado, quinto a más de 10 minutos del español. Buena
gente este Quique, humilde y trabajador, algo de lo que estamos
hambrientos los aficionados españoles. Ánimo Quique
y a por ellos. Estamos contigo.
Carlos Morenilla
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